The Beatles fueron de los primeros en asegurar aquello de "There's a place where I can go when I feel low, when I feel blue... and it's my mind". Años después, Paul Weller cantaba en "Uh Huh Oh Yeh": And in my mind I saw the place, as each memory returned to trace dear reminders of who I am, the very roots upon which I stand...".
Esto viene a cuento por una invitación de G., quien ha propuesto un desafiante juego: ¿Cómo sería tu mente si fuera una morada?
Aquí, mi respuesta:
Los muros son unos blancos y otros de ladrillo antiguo; grandes ventanales, piso de duela (con tapetes mullidos en zonas estratégicas), muebles de madera, sillones cómodos, mesas para la lectura bien iluminadas… todo rodeado con un jardín pequeño pero con flora abundante.
Muchas paredes son prácticamente invisibles porque están tapizadas con libros y discos. En materia bibliográfica, las secciones son de música (biografías, ensayos, enciclopedias, antologías de reportajes y una amplia hemeroteca con colecciones bien surtidas de Mojo, Q —no la actual, sino la de hace 10 años—, Melody Maker, New Musical Express, Musician, Option, Jazziz, Downbeat y un infinito etcétera), ensayo, artes plásticas, poesía y narrativa. También hay una sala con suplementos y revistas literarias.
Doquiera hay cuadernos y hojas para escribir, dibujar y pintar, así como materiales de todo tipo (crayones, lápices, pinturas). No falta la máquina de escribir portátil Brother, donde pergeñé tantos textos.
Los discos están ordenados por géneros y todo mantiene orden alfabético. Habrá LPs y CDs de rock, jazz, música clásica y nostalgia; es decir, aquello que sonaba en la radio de AM cuando era pequeño y que escapa a las categorías. Nada de descargas, por favor. Toda la música tiene allí un estuche que posee un valor bien correspondido con el sonido.
La asimilación de lecturas y música es allí tan honda que hay oportunidad de charlar con autores, personajes, compositores… abundan más, de mi parte, las invitaciones a desayunar que a cenar.
Los recuerdos están albergados en habitaciones interconectadas. En ellas el orden es imposible e improbable, pero resulta sencillo localizar voces, imágenes, así como fotografías, objetos, juguetes, películas y demás artefactos que justifican el afán fetichista. No faltan los pañuelos Kleenex. Hay límites: no tengo allí una réplica de la recámara que tuve a los doce años… se trata de asomarse a los recuerdos, no de vivir en ellos. Hay, por supuesto, habitaciones con acceso restringido y en el que yace el origen de las experiencias que dejan lecciones: fracasos, dolores, decisiones equivocadas…
Las ventanas y puertas dan a distintas estaciones del año y horas del día: en unas hay un permanente amanecer, en otras es siempre otoño, en aquéllas hay lluvia matutina, en otras un chipi-chipi de viernes por la tarde.
Hay una amplia área para beber café o un vino tinto, con reminiscencias a espacios entrañables (el cafecito cercano a Intoxica —una discotienda en Londres especializada en LPs—, un café en Coatepec, el Barracuda cuando tenía rocola con álbumes de The Style Council y Morrissey)... y no faltan los reductos imaginados o vistos en una página, en una película...
Existen espacios, desde luego, para transitar más allá de la morada: calles, parques y paisajes donde me he sentido pleno.
Es, quiero creer, una zona regida por la paz (lo que no excluye la música de John Zorn ni alguno que otro alucine, producido por sonidos, lecturas o por la experiencia amorosa).
***
Si has llegado acá, te invito a que cuentes cómo sería (o es) tu mente.
4 comentarios:
Alo, de ayer para aca, me he dedicado a juntar moradas, digamos para crear una ciudad, he de decirte que la tuya esta, muy bien organizada comparada con ls demas, me agrada la claridad con la que hablas, es un oasis de sonidos armónicos en un desierto de ruidos, no que el ruido sea malo, pero despues de una serie de post como que duele, (duele bien, pero duele). Espero poder juntar tantas como para crear una megalopolis veremos que susced, mientras tanto te pido permiso para repostearte en:
http://comoseriatumente.blogspot.com/
Por favor dejame tu respuesta en e primer post del blog (el post explicativo).
Ciao
Me parece, y creo que te lo dije hace algún tiempo, que tu habitación (ahora sala) es reflejo de tu mente... Libros, discos, revistas, ¡tus cuadros! En mi caso, escogería la cocina como una fiel representación de mi mente, o por lo menos de una parte (la otra desde ya se ha mudado al asilo), en particular destaquemos la sección menos nutritiva de la alacena. Optaría también por mi habitación si no fuera porque en este momento es un motivo de humillación autoinflingida; el desorden es tal que realmente da ganas de arrojarse por la ventana... llevo ya bastante tiempo desentendiéndome, total que no le deseo mi habitación a nadie... Es una desviación. Por otra parte, nunca he confiado en la gente que tiene habitaciones sospechosamente ordenadas, con paredes perfectamente blancas -no se nota ni el cadáver del mosco, ¿cómo puede ser eso?- y alfombrado impecable, camas antisépticas, burós vacíos, cuadros de kahlo, las pantuflas siempre en su lugar... ¿Qué pasa en semejante mente? Me da la impresión que son el tipo de seres que guardan restos humanos en su congelador.
The messier, the merrier.
Mi escenario se parece un poco al tuyo Jesús; en la paz (al menos aparente). Mi cerebro permanece estacionado en la secundaria (y casualmente la escuela a la que yo asistía, a cuatro calles de casa, lleva varios años cerrada. Una explosión fue la causa). En mi mente, hubo un estallido descomunal provocado por una bomba molotov rellena de clavos, pólvora y parafernalia pop. Tras el estruendo, los salones de mi cabeza permanecen atascados de eco y bancas oxidadas. De saliva adolescente y euforia. En mi mente sólo hay lugar para atender al instinto- como si todo el tiempo fuera hora del descanso- mientras desde una esquina lúcida se solicita a gritos (la orden viene del cuarto de Orientación Vocacional)que ya es hora de hacerle al responsable. Pero ahí está el patio, lastimado por un sol sucio, viejo y gordo, esperando a que me quede más tiempo. Mi mente está a la espera de que el silencio se rompa con el graznido seco de la chicharra. Luego, a limpiarse el sudor para encontrarse a la salida con que habrá "tiro", con que ese rufian está esperando afuera con los puños listos. La riña apenas comienza.
Que bonito cerebro-morada tienes, a ver si me invitas un viernes en la tarde de chipi chipi...si?
besitos.
C.
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