31 de diciembre de 2009

Anita O'Day, sobreviviente


La aparición del álbum antológico Finest Hour (Verve, 2000) ha contribuido a la coronación, ciertamente tardía, de una de las cantantes de jazz más notables y jubilosas. Con una carrera llena de altibajos, enredada durante ocho años con una droga dura sólo por la necesidad de alejarse del alcohol, y una resistencia superior a la de muchos de sus contemporáneos, O’Day, gracias a este redescubrimiento, sigue musitando insinuaciones con su flexible y ronco timbre.

Cuando empecé a trabajar nuevamente en el Starlite, andaba un poco perdida. Comencé a alternar con todos los personajes del bar: vendedores de droga y sus clientes, no siempre músicos. Eran tipos que querían conocerme porque pensaban que yo tenía dinero. Me invitaban a fiestas donde había mucha droga y bebida. Por supuesto, agarraba unas borracheras de miedo y no puedo jurarlo, pero creo que en un par de ocasiones tragué heroína.