4 de julio de 2008

Qué jazzistas tan cerdos

Un santo y seña forjado con interminables sesiones frente al televisor cuando éste no era visto como la nana más peligrosa del mundo occidental, dice: "¿Quién es nuestro estupendo actor? / ¿Quién nos hace gozar?..."



Además de enseñarnos que ganarse por radio un pato negro "que hace cua-cuá" no era recomendable y de que los productos Acme llegaban rápido por correo -aunque su calidad siempre será dudosa-, El Festival de Porky nos dio a muchos entonces infantes las primeras nociones de cool jazz con Three Little Bops, una brillante paráfrasis de "Los tres cerditos y el lobo feroz" en la que los puercos hermanos eran miembros de un combo musical que dadas sus altas exigencias no abría sus filas para que un lobo con trompeta y poco talento se integrara.

Humillado por el trío -compuesto por batería, guitarra y piano- y por el público, al lobo no le quedaba sino soplar y soplar a través de su instrumento para derrumbar primero el club erigido con paja, luego el construido con madera y por último descubrir que el de ladrillos era inexpugnable. El relato tenía un narrador y necesario es apuntar que la versión doblada en español era espléndida en su forma y contenido. Con chacota y un fraseo sensacional, se aderezaban las escenas con memorables versos como éstos: "Y poco antes de lo que les cuento/ tenían una casa de puro cemento./ Y un gran letrero allí en la puerta,/ decía muy claro que el lobo no entra. (...) El lobo feroz desapareció/ y en su lugar una gran mancha quedó./ Se le buscó en todo lugar/ pero al infierno fue a parar".

Y es que desesperado ante tanto rechazo tras intentar colarse al exclusivo club con un ukelele, disfrazado en una maceta y como percusionista colegial con bombo, el lobo decide volar el sitio con un gran cartucho de dinamita y, por supuesto, se malogra su propósito, acabando su existencia en un caldero y convertido (¡hélas!) en el excelente trompetista que en vida no pudo ser. Pero como se trata de que el final feliz cobije a todos, el espíritu del antes frustrado asciende al escenario y se une al trío, que incluso cambia su nombre a "Los Tres Cerditos y Uno".

Aunque inocente en apariencia y adecuada para un horario triple A, la caricatura, estrenada en cines en Estados Unidos el 5 de enero de 1957 y luego transmitida en las pantallas chicas dentro de El Festival de Porky, contiene dos lecturas que demuestran la sagacidad del guionista Warren Foster (quien después hizo trabajos más inocentes con el Oso Yogui y Charlie Brown) y del compositor Shorty Rogers (1924-1994): la primera se relaciona con Robert Johnson (1911-1938), de quien la leyenda dice que siendo un inhábil músico, una noche, cerca de una plantación en Mississippi, se encontró con el mismísimo Diablo y éste le ofreció convertirlo en el mejor blues man si a cambio le daba su alma. Johnson aceptó. El Diablo afinó la guitarra del joven, se la regresó y éste, en menos de un año, se había convertido en el Rey del Blues del Delta, capaz de escribir, tocar y cantar las más memorables canciones del género, muchas de las cuales se pueden escuchar en el Robert Johnson: The Complete Recordings (Columbia/ Legacy, 1990), que recibió un Grammy como grabación histórica.

La otra interpretación puede parecer más desaforada, pero tras revisar la biografía de Shorty Rogers (1924-1994) es sencillo advertir que quien fue integrante del Woody Herman's First Herd conoció a muchos colegas que vivieron en el regularmente llamado "infierno de la droga". La heroína fue sustancia de uso común entre muchos músicos que recurrieron a ella para soportar y dar lo mejor de sí en extenuantes sesiones en clubes y estudios de grabación. Unos pudieron desengancharse de ella, otros no. La nómina de músicos con los que Rogers trabajó y que sabían de la angustia porque el conecte llegara a tiempo fueron, entre otros, el trompetista y cantante Chet Baker (1929-1988), el baterista Shelly Manne (1920-1984) y los saxofonistas Charlie Parker (1920-1955), Art Pepper (1925-1982) y Dexter Gordon (1923-1990).

El descenso del lobo al averno y el sonido afilado que allí adquiere permiten suponer que la idea de Rogers y Warren Foster era la misma: el infierno es insoportable, pero lo que a veces se consigue en él puede ser, artísticamente, irreprochable. De hecho, en la misma vena, Rogers había participado dos años antes en uno de los filmes clave de la relación música-infierno-drogas: El hombre con el brazo de oro (Otto Preminger, 1955), en la que Frank Sinatra encarna a un baterista que quiere enmendarse socialmente pero reincide en la droga y su drama existencial se agudiza por la presencia de una esposa chantajista y una gavilla que lo obliga a jugar sucio al póquer.

Caricatura excepcional por su tema, tratamiento y conclusión, Three Little Bops merece una revaloración tan grande como que consiguió la serie televisiva Jazz, de Ken Burns, y, ante todo, su retransmisión frecuente, aunque sea en horario para adultos.

Este post fue originalmente publicado en el blog Lulú Roja hace tres años. Hoy lo exhumo porque, gracias a la Diosa Fortuna, McLocoMX, un magnífico usuario de youtube, ha subido infinidad de caricaturas con el doblaje que todos conocimos y puedes verla aquí. O acá:


14 comentarios:

Jimena dijo...

Uy, no volveré a ver a las caricaturas igual, jamás, y yo de ingenua pensando que eran unos cerditos simpaticones nada más... ha sido un gusto encontrarte, y leerte.
:)

Sonic Reducer dijo...

Jajaja, estoy de acuerdo. Yo la gozo aún como enano, pero desde que indagué sobre ella, veo con suspicacia a los tríos de jazz con integrantes rollizos; pueden ser unos verdaderos canallas.

Chío Padilla dijo...

Que interesante y original está tu blog, luego una/o se clava en las imágenes y se olvida de los sonidos, en verdad es un gran gusto y ¡hallazgo! el conocerte.

Un abrazo
Chío

rogelio garza dijo...

Qué buen post.
Recuerdo esta serie de caricaturas entrañablemente. Y conozco algunos músicos y la música que mencionas. No había pensado en esta lectura que haces sobre el infierno de los músicos. Por cierto que no he visto la serie de Ken Burns, pero tengo la serie de cds que le bajé a Sony Music en alguna movida editorial.
Bueno, a propósito de porkys capitalistas, ando posteando una réplica a tus comentarios en el Zig-Zag...

Gustavo Abascal dijo...

Qué cochinos! Duh! Tengo una expo en Galería 13. Orizaba 92 roma. Está hasta Agosto creo. Cáele. Salud

Blythe Doll dijo...

Jaja uno nunca se imagina lo que hay detrás de las caricaturas jaja!
Me encantó tu blog, llegué a el gracias a una búsqueda en Google acerca del matrimonio de Bob Dylan con Sara Lownds, ahora que estoy de vacaciones lo revisaré completo, me gustó mucho y el nombre también :).
Saludos

Sonic Reducer dijo...

Chío: Yo me la paso bomba entrando a blogs de ilustradores, acaso para equilibrar el continuo flujo musical al que me expongo diario.

Rogelio: Sí, cuando ves la caricaturas con doble intención comienzan a salir referencias insólitas. ¿Esos discos de Sony llevan por subtítulo algo como "Jazz Millenium"?

Gustavo: Gracias por el tip, iremos (mi esposa y yo) a verla.

Blythe Doll: Ahora que afirmas que uno no imagina lo que hay detrás de las caricaturas, ando con ganas de hacer la anatomía musical de una maravilla llamada Dixieland Droopy. A quienes han posteado acá, mil gracias. Es alentador tener lectores. Y como regalo para tdoos ustedes, va esto: http://www.youtube.com/watch?v=TVlV625HmSk

Cris de Cos-Estrada dijo...

las cosas hermosas llegan, y no recordamos bien cuándo o dónde, sólo sentimos que así debía ser desde siempre. Luego es trabajo de cada uno aceptar y desarrollar el don o esconderlo en un cajón.
Por cierto, me encanta el dibujito de la cabecera, no se sabe si la informa´ción entra, sale o ambas cosas.

dcm dijo...

Hola, muchísimas gracias por este post. No tengo palabras, me ha emocionado muchísimo. A diferencia de algunos amigos que ya han comentado, yo sí veo conexiones adultas en los cuentos infantiles. Es más, soy de la creencia de que ocultan una parte de la sabiduría de la vida, cifrada para ojos necios y descifrada para los ojos inocentes y de los que quieren descubrir.
De todos modos, es por el video por lo que escribo. Ví tu comentario en el blog de Doggy y me acerqué hasta aquí. Es un documento didáctico espectacular y pienso usarlo si logro ser profesor, para los alumnos que necesiten vivir la experiencia genuína de construir el propio camino.
Simplemente, quiero agradecer tu generosidad.

Javier Moreno-Pollarolo dijo...

Yo siempre me aluciné que era una referencia a cómo Miles Davis llamaba a los músicos malos (pigs). El lobo de hecho que es él. Está en otra onda, está colocado con el caballo.

Félix Amador dijo...

Todos estos músicos merecen no sólo la increíble reseña que les dedicas sino una enciclopedia entera.

Son al jazz como la tecnología a la ciencia: música en el mundo real, inteligencia aplicada. Para seguir disfrutando como enanos.

Un placer conocer tu blog. Lo enlazo.

¿Has probado Racalmuto?

Renato dijo...

Leer tu post me hizo recordar otr cosa que pasaba en las televisión que veíamos cuando niños.

Sebastián Mondéjar dijo...

Excelente post y magnífica disección. Enhorabuena. Yo también toqué este asunto. Si tienes un rato, pásate por aquí: http://sopadehielo.blogspot.com/2007/11/el-jazz-en-los-dibujos-animados.html. Encontrarás otros ejemplos del buen jazz que escuchábamos de niños gracias a los dibujos animados. ¡Salud!

Unknown dijo...

Exelente comentario y si conoces algun link de descarga del tema en la version en español de ¨Tree little bops¨ me encantaria recibirla www.rmr@gmail.com