16 de agosto de 2007


Treinta sin Elvis, treinta del estallido punk (Never mind the bollocks apareció el mero día que cumplí quince años en compañía de infumables compañeros de vocacional y pastelazo que me dejó rendir tributo a Kiss... me encantaría mentir y asegurar que recibí el plato producido por Chris Thomas unas semanas después), cuarenta de Sgt. Pepper's lonely hearts club band y otros tantos de The Velvet Underground & Nico.

Recuerdo que compré el Here come the warm jets de Eno en una discotienda hoy desaparecida, llamada El Sonido Discotheque, en el corazón de la Zona Rosa. A pesar de su nombre y de que tenían vinilos importados de Chic y de que allí conseguí —para el primer dj mexicano del que tuve noticia y que trabajaba conmigo en un sitio innombrable— el maxi-single de "Blue monday", también tenían un par de sencillos de Rip Rig + Panic a precios muy lejanos de mi bolsillo. El de Eno lo adquirí llevado por la curiosidad. Sólo sabía de su paso por Roxy Music y me causaban gracias los "pssssssssss" que soltaba en "Sound and vision" de Bowie. Me impresionó la nónima de colaboradores, donde aparecían Fripp y Manzanera. Como vaticinio de su extraño sabor, recuerdo que me encerré en mi cuarto y sobre el banco del restirador puse un plato con dos rebanadas de piña y un vaso inmenso con leche. Fue lo único que comí ese jueves. El LP también me sació como pocos lo habían hecho. Muchos años después, en una revista de medicina, leí que "Baby's on fire" (Lado A, track 3) era el segundo solo de guitarra más peligroso para el oído si era escuchado con audífonos y volumen alto. El primer lugar lo tenía Kiz Richards con ya no me acuerdo cuál tema.